POESÍAS SOBRE NUESTRA CULTURA ECUATORIANA
LA POESÍA ECUATORIANA.
Latino américa, viniendo del río Grande del Sur a la estrecha Patagonia. Aquí yacen inmersas antiguas taras heredadas del indio y del feudal europeo en barroco sui géneris. Una casta de dominadores se expandió por los confines de estas tierras cuyos antiguos propietarios casi fueron exterminados en brutal genocidio no sin antes liquidar su cultura y la gran civilización nativa representada especialmente por los aztecas, mayas e incas. En la gran noche del terror indio los blancos violaron sus mujeres, robaron sus tierras y ganados, decapitaron sus dioses, encerraron a sus descendientes en reservaciones inhóspitas, asesinaron a sus líderes, quemaron sus palacios, fundieron sus ídolos de oro para remplazarlos por otros exóticos y barbados. Indoamérica llenóse de gritos de dolor v de protesta. Y así, desde ayer, en el Ecuador, como en otras naciones, los descendientes de la derrota viven en condiciones inhumanas: en lo alto de las altas montañas, en el trópico insalubre, en el suburbio de las grandes ciudades, en las quiebras de las mesetas, en la selva y en la manigua, royendo su propia miseria, su soledad de siglos. Es que los caballeros feudales solo cambiaron de nombre y de indumentaria al adoptar nuestros países una nueva bandera merced a la expulsión del europeo. Hidalgo y Morelos; Bolívar y sus capitanes, San Martín y sus seguidores, independizaron esta América mas no la libertaron. La herencia medieval sigue dominando los campos, las ciudades, los ríos, los mares y hasta el mismo cielo, antes transparente y diáfano. El hombre es un instrumento de su sed de poder y riqueza. Los políticos organizan la lucha de clases en su propio beneficio, sin oportunidad para los marginados.
LA COLONIA
De los aravicos y amautas, poetas indios prehispánicos, que cantaban a sus dioses y héroes, al acontecer diario; sus amores, sus emociones, sus penas e infortunios, no nos queda sino el recuerdo. Desaparecieron con su obra al paso de los vándalos. Jacinto de Evia, Antonio Bastidas y Juan Bautista Aguirre, son figuras descollantes de la Colonia, del culteranismo. Evia, nacido en Guayaquil en 1629, publica en España “Ramillete de varias flores poéticas, recogidas y cultivadas en los primeros abriles de sus años por el maestro Jacinto de Evia” (1675 ), que contiene su poesía, la de Antonio Bastidas ( 1615-1681), v la del Colombiano Hernando Rodríguez de Camargo.
Poeta de menores vuelos, Evia escribía, pese a esta circunstancia, con gusto delicado, aunque su conceptismo lo llevaba a excesos verbales. Más que poeta era un versificador.
Juan Bautista Aguirre ( 1725-1786) de la orden de los jesuitas, es un poeta de subidos kilates, de gran voz lírica; juzgado en la actualidad como un artista de indiscutible mérito. Es el poeta mayor del siglo XVIII, a quien no se le ha querido hacer justicia, permaneciendo olvidado hasta hace poco tiempo. Escritor, buen orador, discípulo de Góngora. Su Carta a Lizardo, es una de sus mejores creaciones.
Entre otros escritores notables citamos a: Ramón Viescas, José de Orozco, Manuel y Joaquín Larrea, José Garrido.
Durante la etapa de las luchas por la independencia no se concedió mayor importancia al cultivo de las letras. No faltó, desde luego, la inspiración popular, en versos anónimos, como la del Canto lúgubre, poema elegíaco en memoria de los patriotas asesinados el 2 de agosto de 1810. La lucha política había creado un ambiente nada grato para las manifestaciones literarias y paralizado el funcionamiento de centros educacionales v culturales de la Presidencia de Quito.
LA REPÚBLICA
José Joaquín Olmedo (1780-1847), sobresale a principios de este período. Poeta y político de renombre, uno de los grandes de América. Es el cantor de Bolívar v de la causa americana. Su Victoria de Junín constituye muestra notable de su genio. El literato con su pluma defiende la libertad de su patria, de las patrias sojuzgadas por España en la etapa heroica de las luchas emancipadoras. Es considerado como uno de los grandes poetas de habla castellana; de corte neoclásico y de aliento pindárico y horaciano. El Canto al general Flores, vencedor en Miñarica, producción de mérito, es la ratificación de su alta vena artística como poeta. Su Canto a Bolívar, según Menéndez y Pelayo, “además de su valor intrínseco y de presentar reunidas en un solo alarde todas las fucrzas del poeta, participa de la celebridad histórica del grande acontecimiento que conmemora y vivirá, cuanto viva en los fastos de América el nombre de Simón Bolívar, del cual fue la más espléndida corona”
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