RECOMENDACIONES PARA RECITAR
|
|
|
||
|
A MIS
ENEMIGOS
¿Qué os
hice yo, mujer desventurada,
que en mi rostro, traidores, escupís de la infame calumnia la ponzoña y así matáis a mi alma juvenil?
¿Qué
sombra os puede hacer una insensata
que arroja de los vientos al confín los lamentos de su alma atribulada y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!
¿Envidiáis,
envidiáis que sus aromas
le dé a las brisas mansas el jazmín? ¿Envidiáis que los pájaros entonen sus himnos cuando el sol viene a lucir?
¡No!
¡no os burláis de mí sino del cielo,
que al hacerme tan triste e infeliz, me dio para endulzar mi desventura de ardiente inspiración rayo gentil!
¿Por
qué, por qué queréis que yo sofoque
lo que en mi pensamiento osa vivir? Por qué matáis para la dicha mi alma? ¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?
No dan
respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil... Me marcáis con el sello de la impura... ¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!
¡QUEJAS!
¡Y
amarle pude! ... Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma ... Perdió mi pobre corazón su calma desde el fatal instante en que le hallé.
Sus
palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa; subió a mi rostro el tinte de la rosa; como la hoja en el árbol vacilé. Su imagen en el sueño me acosaba siempre halagüeña, siempre enamorada; mil veces sorprendiste, madre amada, en mi boca un suspiro abrasador; y era él quien lo arrancaba de mi pecho, él, la fascinación de mis sentidos; él, ideal de mis sueños más queridos, él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él,
para mí, el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos; sin él eran sombríos a mis ojos del sol los rayos en el mes de Abril. Vivía de su vida aprisionada; era el centro de mi alma el amor suyo, era mi aspiración, era mi orgullo ... ¿por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es
mío ya su amor, que a otra prefiere;
sus caricias son frías como el hielo. Es mentira su fe, finge desvelo... Mas no me engañará con su ficción. . . ¡Y amarle pude delirante, loca! ¡No! mí altivez no sufre su maltrato; y si a olvidar no alcanzas al ingrato ¡te arrancaré del pecho, corazón! |